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Cómo escapar de la soledad

Valoración:

A raíz de la sugerencia de Margarita, una amable seguidora de mi página en Facebook, he intentado conocer con más detalle las opiniones y pensamientos existentes en Internet de las personas que se sienten solas. 

Soledad

Cuando hablo de soledad, no me refiero a la voluntaria, a la buscada, pues en algunos casos ese tipo de soledad podría ser incluso beneficiosa para la reflexión y el descubrimiento personal. Me refiero a la otra, a la no buscada ni deseada.

En este último caso, incluso encontramos diferentes tipos, o relacionados con la soledad por la pérdida de un ser querido, o, por ejemplo, con esa soledad que sienten algunas personas, aun cuando no están solas y están en compañía, denominada “soledad social“, es a la que me voy a referir principalmente.

Decía el filósofo:

“El hombre es un animal político.”
(Aristóteles)

Vivir en sociedad

Y es que los seres humanos fuimos creados para vivir en sociedad, pues las personas como tú (¡y por supuesto, como yo!) precisan sentir que son valoradas, que son escuchadas e incluso comprendidas (lo que Buda denominaba “Oxígeno Emocional“), que son parte de algo, y que tu entorno te responderá.

Cuando eso no ocurre, no sientes contacto con nadie, te sientes aislado/a, que cada cual vive su vida sin importar si tú existes o no, y por lo tanto, te sientes en soledad. Como siempre, voy a intentar aportar algo que sea de utilidad para ti, reflexionando sobre los momentos en que yo también sentí esa soledad en el pasado, y tratando de ordenar con el hemisferio izquierdo lo que recuerdo sentía con el derecho.

Mi soledad

Lo primero que recuerdo de esos momentos de soledad, es la sensación de que mi vida iba por un camino distinto al del resto. También recuerdo sensación de fracaso, de ser incomprendido, e incluso de carecer de habilidades sociales que sí que apreciaba en el resto de las personas a mi alrededor. De ver enemigos, pero pocos amigos.

En el fondo tenía un sentimiento de luchar contra algo que se me escapaba de mi capacidad. Realmente tenía un mundo interior bastante complejo y complicado, que me impedía manifestar mis sentimientos con normalidad. También recuerdo una cierta necesidad de ser apreciado y frecuentemente rechazado. 

Es curioso que en aquellos tiempos buscaba con empeño mensajes de otras personas que encajaran con lo que a mí me pasaba y, por lo tanto, fueran una solución. Sin embargo, hoy en día, veo y leo opiniones de otros, pero quiero ser yo el que le de sentido al mensaje. Es evidente que antes no tenía herramientas suficientes para poder interpretar y entender lo que ocurría.

¿Qué hacer?

Pues bien, en base a esa experiencia vivida, y dando por hecho que los años nos van dando herramientas que de joven no disponemos, ¿qué se puede hacer para escapar de esa soledad social indeseada, y sentirse comprendido, valorado…? Aquí va mi propuesta de “aficionado”:

1. Conócete bien

¿Realmente te conoces? A menudo desconocemos o vivimos engañados, incluso conscientemente, acerca de nuestras limitaciones, de nuestras ilusiones, acerca de lo que realmente somos, ya sea por defecto o por exceso, o a lo que tememos. Incluso no sabemos la verdadera medida de nuestro potencial, de nuestra capacidad, de nuestra grandeza, de nuestra compasión…

A veces debido en gran parte a que no hemos sido valientes a la hora de afrontar retos importantes en nuestra vida, donde podríamos haber comprobado de verdad de lo que podríamos ser capaces.

Te lo digo con conocimiento de causa, de adulto me he atrevido a aceptar algunos retos y al final, aunque no lograra ser el mejor, más bien de los peores, sí me valió para descubrir principalmente dos cosas: la gran capacidad de sacrificio de la que soy capaz y que ser el mejor o el peor no es lo importante, lo importante no es el final del camino sino el propio camino.

A medida que vas descubriendo cómo eres realmente, automáticamente vas confiando más en ti y aumentando tu motivación y autoestima, al tiempo que se desarrolla la capacidad de sentir que puedes hacer las cosas bien. Con eso sentirás la seguridad suficiente y más para poder abrirte a los demás y relacionarte con ellos con normalidad.

2. Di ¿y por qué no?

Ya con anterioridad, en otro artículo, te había hablado de la importancia de decirte que sí puedes hacerlo, a la hora de que se te presente un reto o una situación que no esperabas. Es a lo que llamo “Y por qué no” (¡no es un término mío, sino de mi profesora de Coaching, Inés). La timidez, el miedo a hacer el ridículo o al rechazo es un freno para entablar nuevas amistades o relacionarte.

Precisamente por eso es posible que no suelas aceptar determinados trabajos, ejercicios, actividades, etc., que te proponen. Pues bien, ¡es hora de que te lances de cabeza al vacío! ¿Cómo que no puedes? ¿Cómo que no te sientes bien? ¿Cómo que no quieres? ¡Sí que puedes, así que hazlo!

Esa es la mejor forma de romper con lo que te tiene parado/a. Di que sí, di “Y por qué no”. Di que sí a lo que antes decías que no, cuando lo hagas habrás dado un salto de años luz en tu evolución, en tu autoestima, en la confianza de que tú puedes!!!

3. Aprende habilidades sociales

Inteligencia emocional, empatía, escucha activa, proactividad, etc. Todo esto se aprende y te ayudará a abrir las puertas de par en par para relacionarte con los demás y salir definitivamente de ese estado de soledad social.

Con el tiempo y repitiéndolo, esas habilidades se convierten en hábito y su uso será automático, ni siquiera tendrás que pensar cuándo y cómo usarlas. Es como conducir un vehículo, al principio, cuando aprendes a manejar, tienes que estar pendiente de: el volante, el freno, el acelerador, el embrague, la palanca de marchas, el espejo retrovisor, el espejo lateral, la temperatura del motor, el nivel de aceite, la velocidad, las revoluciones, las luces, las señales de tráfico, el vehículo de delante, el vehículo de atrás, etc.

Pero te garantizo, y si conduces lo sabes, que después de un tiempo conduciendo todas esas acciones se convierten en hábito y pasan bajo el control del subconsciente y dejas de estar pendiente de ellas conscientemente.

4. Controla tu Ego

Uno de los factores que influyen de forma más determinante en las relaciones con los demás es el Ego. Ese yo interior que te hace cerrarte en banda a las opiniones o comentarios de los demás, ese que te impide dar el brazo a torcer, el que hace que te caiga mal ésta o aquella persona, el que hace aflorar tu timidez, el que te aleja de la humildad. Es tu Ego el que te dice que eres una persona rara y te impide acercarte a otras.

Resumen

Estos cuatro puntos que te he indicado, son los que yo me diría si ahora pudiera hablar conmigo mismo cuando tenía 15 años. Seguramente habrás más, pero si logras interiorizar estos cuatro y trabajar con ellos, estoy convencido de que comenzarás a relacionarte con los demás e irás saliendo de ese estado de soledad en el que estás.

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2 comentarios
  1. viviana del pilart polania diaz
    viviana del pilart polania diaz Dice:

    hola me llamo viviana necesito ayuda sicologica porque desde 2005 vengo padesiendo de soledad social indeseable necesito tener una persona que me ayude a salir de esta depresion que es la que me quita oportunidades en la vida mi celular es 3123109972 de neiva huila

    Responder
    • José Ramón García
      José Ramón García Dice:

      Estimada Viviana:

      Gracias por participar.
      La verdad es que no sé cómo puedo ayudarte. Por tu dirección de correo deduzco que resides en Colombia, si es así te sugiero que contactes con cualquier colega de los que aparecen en tu país: simplemente selecciona Colombia y luego “Coach titulado Tisoc”.

      Te deseo lo mejor.
      Un abrazo,
      José Ramón

      Responder

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